Un hombre se encontraba parado a la orilla de una carretera, en medio de una oscura y tenebrosa noche de Halloween, mientras caía un fuerte aguacero. Pasaba el tiempo y el clima no mejoraba, y aún así, los pocos vehículos que transitaban a esa hora no se detenían, a pesar de las señas que el tipo les hacía. La lluvia era tan fuerte que apenas nuestro personaje alcanzaba a ver a unos 3 metros de distancia.
De repente vio cómo un extraño carro se acercaba lentamente hasta que se detuvo por completo.
El hombre, sin dudarlo por lo precario de la situación, se subió a este y cerró la puerta. Volteó su mirada y se dio cuenta, con asombro, que nadie lo iba manejando. El carro, entonces, arrancó suave y pausadamente.
El hombre aterrorizado, miró hacia la carretera y se dio cuenta que adelante había una curva. Asustado, comenzó a rezar por su salvación, tras advertir su trágico destino.
Nuestro personaje no había terminado de salir de su espanto, cuando justo antes de llegar a la curva, una mano tenebrosa entró por la ventana del conductor y movió el volante lentamente pero con firmeza.
Paralizado del terror y sin aliento, medio cerró sus ojos, se aferró con todas sus fuerzas al asiento, mientras la misma situación ocurría en cada curva del tenebroso y horrible camino. La tormenta aumentaba su fuerza.
Nuestro asustado personaje, sacó energías de donde ya no quedaban, se bajó del carro y se fue corriendo hacia el pueblo más cercano.
Deambulando, todo empapado, se dirigió hacia un bar que logró percibir a lo lejos. Rápidamente el hombre entró pidiendo 2 "tragos dobles" de aguardiente y temblando aún, les empezó a contar la terrible historia por la que acababa de pasar, a todos las personas que se encontraban en esa taberna.
Cuando este personaje terminó de contar su experiencia por el camino, se hizo un silencio casi sepulcral.
El hombre, sin dudarlo por lo precario de la situación, se subió a este y cerró la puerta. Volteó su mirada y se dio cuenta, con asombro, que nadie lo iba manejando. El carro, entonces, arrancó suave y pausadamente.
El hombre aterrorizado, miró hacia la carretera y se dio cuenta que adelante había una curva. Asustado, comenzó a rezar por su salvación, tras advertir su trágico destino.
Nuestro personaje no había terminado de salir de su espanto, cuando justo antes de llegar a la curva, una mano tenebrosa entró por la ventana del conductor y movió el volante lentamente pero con firmeza.
Paralizado del terror y sin aliento, medio cerró sus ojos, se aferró con todas sus fuerzas al asiento, mientras la misma situación ocurría en cada curva del tenebroso y horrible camino. La tormenta aumentaba su fuerza.
Nuestro asustado personaje, sacó energías de donde ya no quedaban, se bajó del carro y se fue corriendo hacia el pueblo más cercano.
Deambulando, todo empapado, se dirigió hacia un bar que logró percibir a lo lejos. Rápidamente el hombre entró pidiendo 2 "tragos dobles" de aguardiente y temblando aún, les empezó a contar la terrible historia por la que acababa de pasar, a todos las personas que se encontraban en esa taberna.
Cuando este personaje terminó de contar su experiencia por el camino, se hizo un silencio casi sepulcral.
El miedo asomó por todos los rincones del lugar.
A la media hora llegaron dos hombres totalmente mojados, y molesto le dice uno al otro:
"Mira Juan: allá está el hijo de puta que se subió al carro cuando lo veníamos empujando".
A la media hora llegaron dos hombres totalmente mojados, y molesto le dice uno al otro:
"Mira Juan: allá está el hijo de puta que se subió al carro cuando lo veníamos empujando".